lunes, 27 de diciembre de 2010

EL PAISAJE





TALTAL
CRISOL DE NACIONALIDADES
HISTORIA Y GEOGRAFÍA HUMANA


(Humberto Gimeno Herrera)








Libro auspiciado y patrocinado por la Ilustre Municipalidad de Taltal.




EL PAISAJE


Alguien se preguntará entonces,
¿para qué el viento, para qué el hombre, para qué la vida? y quien podría responder si no la tierra.
Mario Bahamonde.

El azul intenso del mar y la vasta soledad del desierto han ejercido siempre una extraña sugestión en el hombre.

Aislada entre las fuerzas de la naturaleza, la criatura humana ha sentido allí la presencia de espíritus animistas, la proximidad de los dioses o el acecho de los demonios. Palpó su dimensión insignificante en la cosmogonía, abrumada por la inclemencia del sol o mientras observó el mensaje vacilante de las estrellas con el frío de las noches pampinas. Creyó adueñarse de la libertad en esa tierra, cuando sólo se hacía más esclava, y sintió la belleza dramática deÍ paisaje que muy pocos podrían contemplar.

Los hombres llegaron a merodear por sus pampas en busca de las riquezas de sus entrañas, y se aferraron al mar y a sus aguadas para sobrevivir. No había otra geografía más amable y debieron conformarse con un sueño para construir su mundo.

La pobreza del medio no fue un obstáculo para arraigar, porque al desafío que le imponía la naturaleza se respondía con un esfuerzo inteligente que descubría el agua entre los arenales o quebradas, la administraba con avaricia y hacía surgir un verdor
dudoso en quebradas estrechas para subsistir. Unos cuantos mulares o fuertes caballos, sobrios en su pobreza como sus amos, eran sus compañeros infatigables de aventuras.

Hubo senderos sutiles, grabados más en la mente que en el suelo, y cada montaña, cada hondonada o roca saliente, formó parte de largos itinerarios para alcanzar sus sueños, sumidos en el panorama como excrescencia de cascajos.

El desierto no rechazó al hombre. A pesar de su aspereza, dejó que extendiese su voluntad, escarbase en la tierra con sus manos rudas y resquebrajadas, y hurgara en las entrañas de la tierra o de las rocas.

Frente a este paisaje, hoy como ayer, el hombre común, el escritor o el artista han sido cogidos por la magia de ese mar intenso, de la pampa y los cerros, de los colores cambiantes, de la existencia furtiva de las lagartijas, de las aves y los auquénidos y pareciera que la sangre bulle y echara raíces en la tierra para permanecer en ella por una eternidad.

Pero también este mar y esta pampa han escuchado el silencio de muchos que pensaron, alguna vez, que habían sido abandonado por sus dioses.






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